Oratio de hominis dignitate o titulado en español De la dignidad del hombre es una obra de la autoría de Giovanni Pico della Mirandola escrita en 1486. Su propósito era servir como introducción a las 900 tesis que Pico presento en Roma y planeaba defender ante un auditorio de eruditos europeos. Sin embargo, su defensa nunca daría lugar, ya que 13 de estas tesis no fueron del agrado de la curia ni del Papa Inocencio VIII, ya que algunas de estas 13 tesis no eran consideradas lo suficientemente "ortodoxas" y otras eran consideradas "paganas". El papa prohibió el debate, y Pico decidió escribir una Apologia en la cual defendía estas 13 tesis cuestionadas, acto que no agrado a la iglesia y resulto en esta juzgándolo, condenándolo por herejía y excomulgándolo. Posteriormente, pico sería capturado intentando escapar a Paris y gracias a la mediación a su favor del heredero al trono y futuro rey de Francia, Carlos VIII, Pico fue liberado en condición de que Lorenzo el Magnífico de Medici, ejerciera como tutor del joven y se comprometieran a no hacer pública la obra Apologia. Pico murió por envenenamiento por arsénico en el 17 de noviembre de 1494, a sus 31 años. No se sabe la identidad de su asesino, pero se especula que lo más probable es que fue su secretario, por la influencia de Pedro II de Medici.
Pico, pese a su prematura edad, era un estudioso del griego, árabe, y hebreo, así como de los escritos en filosofía, historia, teología, filosofía natural y los escritos esotéricos. Haciendo uso de estas lenguas para leer los textos que recién llegaban a Florencia y Europa, la mayoría en su idioma original, Pico, mientras que los leía, escribía comentarios y resúmenes, los cuales más tarde, serian recopilados en sus 900 tesis. Las 900 tesis presentadas en Roma teñían un objetivo: demostrar que los filósofos, los estudiantes de la filosofía natural y teólogos de la antigüedad, sean musulmanes, paganos o judíos, descubrieron ciertas verdades, las cuales encontraban su punto de convergencia en el cristianismo. Pico, a sus 23 años, ya tenía preparadas sus 900 tesis, que planeaba defender en roma, evento que no aconteció. Pese a esto, la Oratio de hominis dignitate se conservó y se la considera un manifiesto del renacimiento.
En esta obra, Pico expone que, mientras que los brutos animales son prisioneros de sus instintos. A su vez identifica a los ángeles, igualmente condicionados por su naturaleza: su divinidad. Ninguno de los anteriores puede escapar su naturaleza limitadora desde su nacimiento. Los animales no pueden ascender al nivel de los ángeles, y los ángeles no pueden descender al nivel de los animales. Pico coloca al hombre entre estos dos. El hombre se encuentra entre los animales y los ángeles, y, como afirma que se expone en Gensis, el hombre fue puesto en el centro, para que observara el mundo, y tenga libre albedrío en su plenitud: este puede reducirse a un animal, o elevarse a un divino ángel.
Así pues, hizo del hombre la hechura de una forma indefinida, y, colocado en el centro del mundo, le habló de esta manera: «No te dimos ningún puesto fijo, ni una faz propia, ni un oficio peculiar, ¡oh Adán!, para que el puesto, la imagen y los empleos que desees para ti, esos los tengas y poseas por tu propia decisión y elección. Para los demás, una naturaleza contraída dentro de ciertas leyes que les hemos prescrito. Tú, no sometido a cauces algunos angostos, te la definirás según tu arbitrio al que te entregué. Te coloqué en el centro del mundo, para que volvieras más cómodamente la vista a tu alrededor y miraras todo lo que hay en ese mundo. Ni celeste, ni terrestre te hicimos, ni mortal, ni inmortal, para que tú mismo, como modelador y escultor de ti mismo, más a tu gusto y honra, te forjes la forma que prefieras para ti. Podrás degenerar a lo inferior, con los brutos; podrás realzarte a la par de las cosas divinas, por tu misma decisión».
Los brutos, nada más nacidos, ya traen consigo (como dice Lucilio) del vientre de su madre lo que han de poseer. Los espíritus superiores, desde el comienzo, o poco después, ya fueron lo que han de ser por eternidades sin término. Al hombre, en su nacimiento, le infundió el Padre toda suerte de semillas, gérmenes de todo género de vida. Lo que cada cual cultivare, aquello florecerá y dará su fruto dentro de él. Si lo vegetal, se hará planta; si lo sensual, se embrutecerá; si lo racional, se convertirá en un viviente celestial; si lo intelectual, en un ángel y en un hijo de Dios.
Intentando comprender el texto, broto la siguiente observación: mientras que la filosofía Platónica, Pitagórica y Órfica, el cuerpo se ve como aquel recipiente del alma, el cual la atrapo, y es el causante de toda impureza en el deseo del hombre. Mientras que en cristianismo, el cuerpo se ve como una parte del hombre que le da la libertad para ser virtuoso.
Platón, afirmo (La República, Libro X) que la virtud autentica no es actuar bien por hábito o educación, sino eligiéndola libremente y conociéndola. Similarmente, aquel que no tiene arma alguna no puede jactarse de ser pacifista, ya que este nunca contó con la posibilidad causar daño.
Es aquí cuando el cuerpo juega un gran papel: como habríamos de ser virtuosos sin la capacidad de no hacerlo? Como habríamos de libremente amar a Dios sin la capacidad de no hacerlo? La libertad incluye poder reducirse a un animal, la virtud es elegir no hacerlo.
Platón propuso (Fedon) que el filósofo se prepara toda su vida para morir, siendo este el momento en el que el alma es liberada de las cadenas del cuerpo, el cual es una carga para esta, ya que es la fuente de todo instinto animal, impidiéndole abrazar completamente su naturaleza divina y por lo tanto el filósofo dedica su vida a prepararse para morir. EL cristianismo coincide con la idea de vivir una vida preparándose para morir: id est, una vida haciendo uso de las facultades animales humanas solo para subsistir, como medio y no como un fin, siendo el verdadero fin de la vida conocer a Dios y amarle. La divergencia que encuentra el cristianismo con el pensamiento platónico es respecto al valor del cuerpo. Este lo ve como aquello que precisamente nos posibilita la virtud.
Pico distingue entre dos magias: la hechicería demoniaca (supongo que la magia pagana) y la magia de la filosofía natural (entiendo que la ciencia), condenando la primera y defendiendo la última.
No tengo mucho que decir sobre esto, pero quiero compartir una cita que me parece de grandísima relevancia par el mundo moderno: "[...] el mago es un servidor y no un artífice de la naturaleza"
Pico explica como la filosofía y la filosofía natural, junto a la teología, adornan la puerta a nuestra alma, para recibir a dios.
Esto acierta en un punto clave: como puede uno conocer a Dios sin ejercer la filosofía o la filosofía natural?
La filosofía otorga un marco para pensar, cuestionar y razonar, las cuales son todas necesarias para llegar al conocimiento de Dios. La filosofía natural, al observar las creaciones del supremo Artesano, puede conocerle atrevés del estudio de las leyes del mundo.
La mayoría de personas con las que me he topado y no creen en dios, generalmente no lo hacen porque no se interesan por la filosofía y poco la practican. Es normal que aquellos que han sido seducidos y engañados por las sombras de la caverna de Platón no conciban la mera posibilidad de la existencia del mundo de las ideas.
Leer la Oratio de hominis dignitate no fue tan valioso por su información, sino por la inspiración que me dio. Leer esta obra se siente como tener un diálogo con Pico, alguien a quien, si estuviera vivo, sin duda le querría en mis amistades. Su ejemplo me inspiro, ya que él fue un ejemplo de aquello que quiero ser: un estudioso de las lenguas, la historia, filosofía y teología. Podés ver en cada línea, su amor por la verdad, su pasión por las materias discutidas y su amor y respeto por Dios.